Día de pago de nómina. En los cajeros automáticos, las largas filas de empleados/as retirando su dinero. Para unos, un día de alivio; para otros es un dolor de cabeza.
Pagar cuotas de deudas, el alquiler, los servicios y la visita al supermercado son algunos de los pendientes en que se esfumará el salario. ¿Y el ahorro, pa´ cuándo? ¡Quién sabe!
Lo cierto es que para muchos ahorrar no es ni siquiera una posibilidad, por tener ingresos muy limitados.
Pero también están los casos de indisciplina o falta de prioridad del ahorro, que son muy frecuentes, y que no guardan relación con el nivel de ingreso de la gente.
De hecho, a muchas personas con buenos ingresos les resulta “imposible” separar algún porcentaje para ahorro, y los argumentos para justificar esta “imposibilidad” abundan. En estos casos, el desequilibrio financiero por falta de un buen ahorro es perfectamente evitable, pues casi siempre se genera porque estamos haciendo una distribución inadecuada de nuestro salario o ingreso. Estas recomendaciones están dirigidas a quienes tienen este perfil financiero.
Los expertos en finanzas tienen definidas incluso las proporciones que se deben destinar a cada rubro de nuestro presupuesto de gastos. Familiarizarte con estas recomendaciones e intentar implementarlas puede ayudarte a levantar con más rapidez el “clavito” o fondo de emergencias.
¿Cómo saber cuánto debo ahorrar?
Esto va a depender mucho de la situación de cada persona, sus metas, sus prioridades, la finalidad con la que ahorra y, claro, el nivel de compromiso que tiene en cuanto a gastos fijos se refiere. Por ejemplo, un estudiante que trabaje, sin tener mayores compromisos económicos, puede ahorrar, sin problemas, una alta proporción de su salario. Pero alguien con la responsabilidad de un hogar sobre sus hombros tendrá un cuadro mucho más complicado.
Algunos financistas plantean que, de manera generalizada, es recomendable ahorrar en torno al 10% de los ingresos fijos cada mes. Otros proponen un 15% o más.
Lo cierto es que la idoneidad de estos valores es relativa. Estos porcentajes pueden servirte de parámetros de referencia cuando estamos en proceso de crear el hábito del ahorro o de corregir una conducta financiera de indisciplina; pero, a fin de cuentas, la proporción del ingreso que destinemos al ahorro dependerá de la situación particular de cada quien.
De ahí que podemos tener los casos de dos personas con la misma edad, la misma posición laboral y el mismo salario, pero con diferentes posibilidades de ahorro porque la primera paga renta y servicios, por ejemplo, y la segunda, no.
De hecho, “casarse” con uno de estos números o asumirlo cual si fuera una camisa de fuerza puede ser peligroso. Se corre el riesgo de caer en las trampas de los extremos: ahorrar el 10% del salario aunque tenga que buscar prestado (¡con intereses!) a mitad de mes… o ahorrar el 10% y conformarse con esa proporción pese a que es posible ahorrar aún más.
Visto esto, la siguiente pregunta es cómo definir el monto que debemos ahorrar dadas nuestras situaciones particulares. Aquí es cuando corresponde echarle manos a lápiz y papel y sacar los números de nuestros gastos regulares.
Si al sacar cuentas resulta que no queda nada para el ahorro, hay que reestructurar el presupuesto: identificar los rubros en los que se está gastando mucho, en los que se puede gastar menos y en los que se puede dejar de gastar. Hay que establecer prioridades. Hacer los recortes correspondientes te permitirá conformar la tajada que vamos a ahorrar. En casos de estrechez, quizás no lleguemos a un monto importante con respecto a nuestros ingresos, pero si empezamos con al menos un 1% estamos dando un gran paso. Luego, de manera progresiva, se debe ir incrementando el porcentaje.
Si tras analizar el presupuesto hallamos que «sobra» una proporción del ingreso que se puede ahorrar, es recomendable, igualmente, hacer la depuración de sus gastos y los recortes que sean posibles. Es importante no percibir el ahorro como “lo que sobre del mes”, sino como una partida de nuestro presupuesto con la que debemos estar rigurosamente comprometidos.
El para qué es determinante
A la hora de definir cuánto ahorrar también te ayudará tener claro para qué estás ahorrando. El analista financiero Alejandro Fernández W. considera que, en materia de ahorro, la primera meta de todos debe ser un fondo de emergencia, equivalente a al menos tres meses de gastos fijos.
Es decir, si tus gastos mensuales rondan los RD$30,000, tu fondo de emergencia debe ser de RD$90,000.
Esta etapa amerita mucha disciplina, puesto que estos recursos ayudarán a solventar cualquier situación imprevista que se pueda presentar en el futuro sin “lastimar” nuestras finanzas. Una vez establecido el fondo, puedes plantearte nuevas metas de ahorro, que dependiendo de lo ambiciosas que sean, de tus necesidades y de tus expectativas, te permitirán flexibilizar, mantener o incluso reforzar el régimen de ahorro.
Es muy importante, como sugiere Fernández W., ponerles un nombre a nuestros ahorros, es decir, tener metas claras: un auto, un viaje, una vivienda…
“El problema es que a la gente que no tiene las metas definidas se le hace difícil determinar qué es lo importante y cuánto y cómo ahorrar para alcanzar tal objetivo en tal plazo”, expresa el especialista en materia financiera.
¿Y si tengo muchas deudas, cómo puedo ahorrar?
Esta es la pregunta del millón. En caso de que una elevada proporción del ingreso sea al pago de deudas, debe priorizarse el pago de las mismas.
Claro, es recomendable que sea luego de crear un fondo de emergencia, quizás no de tres meses, pero al menos de una quincena o un mes.
En la medida en que se vaya reduciendo el nivel de endeudamiento se pagará menos por concepto de intereses y se va haciendo posible ahorrar.
“El abonar al capital de un préstamo es una forma de ahorrar, no solamente porque te vas a ahorrar el gasto financiero, los intereses de ese préstamo, sino porque en la medida en que debes menos tu patrimonio está aumentando”, explica Fernández W.
Artículo publicado originalmente en Argentarium.com, el 23 de julio de 2018.
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