Siglo XXI, es más que conocido que participamos en un sistema económico y social que fomenta el consumo y el despilfarro. Esta cultura se nutre de mensajes publicitarios y el empleo de estrategias mercadológicas que procuran impactar las decisiones de compra de cada uno de nosotros. En este contexto, cada vez son más los objetos que consideramos “indispensables” para sentirnos “felices” o “plenos”.
En respuesta a estos tiempos, surge la corriente del minimalismo, filosofía que fomenta el desapego a las cosas, y búsquedas más auténticas del sentido de la vida y de la felicidad.
El minimalismo propone que se le aplique en su justa medida el valor a las posesiones, sin volverlas demasiado importantes. Como corriente, fomenta el uso correcto del espacio y el tiempo, así como el empleo de la mente en crear más y consumir menos. Por último, sugiere que el estilo de vida minimalista se moldea de acuerdo a las prioridades de cada ser humano, siempre orientándose hacia lo que lo haga más libre.
Cuando asumes este modelo de vida valoras las experiencias sobre las cosas y, en consecuencia, reduces el dinero que inviertes en posesiones. Además, en la medida en que acumulas menos, el costo de almacenamiento, mantenimiento y/o reparaciones disminuye. A su vez, ganar más dinero deja de ser la cuestión y se orientan los esfuerzos hacia administrarlo correctamente y plantearte restricciones al momento de hacer una compra.
Otro beneficio que citan los promotores de esta filosofía es que en lugar de enfocar la mayoría de tus esfuerzos en conseguir bienes materiales, decides invertir buena parte de tu tiempo, dinero y vida en el fomento de relaciones significativas, en la realización de tareas que te generan bienestar y/o en la participación en alguna causa que te apasione. Esto debe traducirse, al fin de cuentas, en una vida más placentera.
Otras virtudes del minimalismo son:
-Un impacto positivo en el medio ambiente, debido a que se genera menor cantidad de residuos.
-Espacios más organizados y despejados, con menos obstáculos visuales.
-Mejor aprovechamiento del tiempo, pues se tienen más claras las prioridades y se eliminan hábitos o prácticas que no tienen un valor importante en el marco de esta filosofía.
-Menos problemas de autoestima y prejuicios. El valor de las personas no lo definen sus posesiones. Esta idea sugiere una visión más elevada de ser humano y a la larga puede traducirse en una mejores relaciones sociales en general.
*Artículo publicado originalmente en Argentarium.com, el 29 de marzo de 2019