El año 2019 llega a su fin. Por esta época, son obligadas las reflexiones sobre nuestro desempeño financiero en el periodo que culmina y a futuro. Excepto en periodos de extraordinaria bonanza, lo más habitual es hallar que las cosas no fueron tan bien como se proyectó hace un año: el nivel de ahorro no aumentó como se había previsto, los abonos extraordinarios al préstamo fueron por montos menores a lo esperado, los imprevistos financieros aparecieron como la hierba mala durante casi todo el año, no hubo ingresos extra, etc.
¿Cómo cambiar estos resultados de cara al próximo año? Hay varios frentes en los cuales trabajar en el marco de nuestro desempeño; pero también en lo relativo a la perspectiva desde la cual juzgamos y evaluamos nuestros resultados. En ese sentido, es necesario poner particular atención a las siguientes recomendaciones. Aunque algunas puedan resultar repetitivas, son la base de unas finanzas sanas:
- Prepara un diagnóstico integral sobre tu situación financiera: Haz un levantamiento de tu información financiera para tener claro cuál es tu punto de partida. Implica acciones como determinar cuánto debes, a cuáles tasas y plazos (incluyendo las tarjetas de crédito), cuánto puedes ahorrar al mes, a cuánto asciende tu ahorro, de qué tamaño es tu patrimonio (activos menos pasivos), cuál es tu nivel de ingreso regular, cuál es el esperado para el próximo año, cuáles son los principales riesgos o amenazas a tus finanzas, etc. Esto te ayudará a percibir con más claridad tus prioridades. Por ejemplo, pudieras hallar que en lo inmediato es más necesario pagar deudas costosas que aumentar tus ahorros. A partir de este tipo de información sabrás, de manera objetiva, cuáles son tus indicadores financieros en estado crítico y, por ende, qué es lo que hay que reparar en primer lugar.
- Fíjate metas y diseña estrategias. Con tu diagnóstico listo, tendrás las informaciones necesarias para establecer las metas para el próximo año. A corto plazo, la meta debe estar definida según lo que más necesitas, no necesariamente según lo que más deseas. Deben estar bien elaboradas. Para conseguirlo, es importante considerar varios aspectos: las expectativas deben ser realistas, deben ser diseñadas considerando la enorme probabilidad de que se presenten gastos imprevistos y, aunque te plantees algunas rigideces, siempre debes contemplar un margen de rigor entre lo que proyectas hacer con tu dinero y lo que piensas que eres capaz de hacer en un escenario de disciplina perfecta. Las metas deben ser medibles. Esto te permitirá conocer tu nivel de avance o retroceso en cualquier momento del año. Además, cada meta debe estar acompañada de una estrategia, que no es más que el conjunto de acciones previstas para alcanzar esa meta. En este post abundamos al respecto.
- Elabora un presupuesto. El presupuesto, un término aburrido como pocos, pero constituye la herramienta más importante para el cuidado de tus finanzas y el cumplimiento de tus metas. En términos gráficos, es el conjunto de flechas que le indican a tu dinero a dónde ir. Debe ser elaborado considerando tus metas y estrategias. Por ejemplo, si piensas duplicar tu nivel de ahorro mensual durante el año próximo, este ahorro debe estar presupuestado.
- Toma en cuenta los riesgos externos. Aunque indeseados, siempre son visitantes posibles: los problemas de origen externo, aquellos que no tienen que ver con falta de rigor en tu gestión financiera, pero de todos modos afectan tu bolsillo. Por ejemplo, un problema de salud propio o de un pariente, una pieza rota del carro, el fin no contemplado de la vida útil del refrigerador, etc. Para protegerse de estas amenazas e imprevistos en general es necesario tener un fondo de emergencias. Esto no es más que un ahorro con el nombre “emergencias”, separado del que tenemos para el carro nuevo, el viaje o el inicial de la vivienda.
Finalmente, insistir en la necesidad de ser realistas. Los resultados que percibes sobre el año que termina están, en gran medida, determinados por un asunto de perspectivas y de cómo definimos nuestros objetivos. Como lo lees, ciertamente muchas cosas salieron peor de lo que esperabas, pero también es cierto que en muchos casos se debió, principalmente, a que esperabas resultados muy superiores a lo razonable.